martes, 8 de septiembre de 2009

Capitulo XII .- Lugar Ameno

Con vistas al mar.



Durante esta pequeña pausa en blanco, estoy de vuelta para parar y exprimir un poco mis memorias en este espacio de tiempo del que vuelvo.

He de reconocer que este ultimo viaje ha sido muy provechoso, encontré algo muy, muy especial.
Llegué a través de campos secos, con espinas y plantas de semillas diminutas y puntiagudas que se agarraban fuertemente a la tela de la ropa. Era un pedacito de mundo con vistas al mar. Rodeado de unos acules turquesa y eléctrico.
Comencé a pasear por la zona, y no pude resistirme a pararme a contemplar ese parking marítimo para barcos. Llamemosle puerto, vaya. En el flotaban todo tipo de barcos; grandes, pequeños, veleros con sabanas grises que ondeaban y bailaban al son de la brisa fresca que traía el mar.
La brisa…Cuánto había llegado a anhelar esa sensación. Cuántas veces me desperté de sueños donde la brisa jugueteaba con mis cabellos y acariciaba mi rostro… fresca como nada.
Ahí estaba. Por fin realidad, y intentaba agarrar ese aire con mis manos, como si de esa forma pudiese conseguir conservar algo de ese momento para sacarlo cuando me fuese necesario.




Por muy agradable que fuera ese sueño vivido en el que estaba, tuve que despertar y seguir. El vivirlo otra vez me había dado un suave y alegre sabor y eso me impulsó a caminar algo más esperanzada de lo que estaba.
Había que admitir que por ser pequeño ese lugar, estaba plagado de gente. Cuanta gente, pero qué pocas personas y seres.
Las casas no eran muy altas; un par de pisos y poco mas. Pero era un lugar precioso. Muy blanco. Me fascinó tanto, que decidí quedarme allí durante una temporadita. Aún toda esa multitud de rostros semejantes que deambulaban por la calle estaba convencida de encontrar algo mas especial. Era un sitio especial.

Tenía un pequeño cuarto. Era blanco. Eso era bueno…Era pequeño, pero luminoso, y lo más importante de todo, no me recordaba a mi antigua habitación. Este tenía una pequeña ventana azul, que cuando la abres entra la fresca brisa marina, y se puede vislumbrar los barcos y la gente del puerto.

Ese lugar era como una pequeña isla en la nada, llena de todo.

Me tumbé en la cama, semi envuelta con esas sabanas blancas, había estado todo el día caminando por lo cual estaba bastante exhausta, y fácilmente me quedé dormida, casi sin darme cuenta.

Me gustaba ese lugar…