martes, 6 de octubre de 2009

Capitulo XIII .- Sonrisa blanca, mente gris.



Perdí la cuenta de los días y las noches, de las horas que me pasaba en esta ventana azul, rozando brisa con los dedos. Me perdía.

Por las calles, entre rostros, colores y paredes blancas. Bullicio de docenas de lenguas distintas. A parte de todo eso, había algo más de ese lugar que me gustaba y creo que realmente me hace sentir bien. Cuando camino por ese lugar, soy casi aire. Acostumbrada a sentir la presión de miradas cada vez que salía al gris exterior de asfalto, estar aquí era aliviante. Aun no comprendo el porqué, pero puedo caminar tranquila, sin desasosiego alguno, no noto espesura sobre mío y puedo fundirme con la brisa.

Y allí lo conocí. Recorría una callejuela por la que acostumbraba a pasar. La luz del sol era escasa, y las farolas aún no iluminaban suficientemente la calle.

Como de costumbre, iba caminando contemplando mis alrededores, mientras debatía cosas dentro de mi espesa sesera. Y una oscura sombra, sentada sobre el escalón de un portal me saludó. Tenía una gran sonrisa blanca pintada el oscuro rostro que no pude ver. Me sorprendí, una curiosidad y un recelo invadieron mi mente, seguía caminando, mirando esa sonrisa descollante entre las sombras y me marché.

Pasó algo de tiempo entremedio. Yo iba yendo de allí para allá. Sin hacer nada en concreto, solo disfrutaba. Y entonces me volví a encontrar cruzando la estrella y acogedora callejuela. A diferencia, ese día había luz, se veía claramente cada una de las rayuelas del suelo y los colores de las paredes. Y llegando al final de la calle, un ser envuelto de unas cuantas mesitas sonrió y saludó, como el otro día. Quizá fue la luz del día que me tranquilizó un poco mas esta vez, pero seguía un poco extrañada en ese ser, que hacía sentir perturbada mi invisible estancia en esos momentos. Aun así, no era tan molesto…

Antes de acabar el día, tendría que volver a pasar por esa calle, y decidí pararme para saber algo más sobre el extraño de la sonrisa.

Me volvía a acercar, y el sonido de mis propios pasos comenzaba a molestarme, sonaban demasiado fuerte!. Y esa sonrisa se volvió a alzar. Tan bella y deslumbrante, me daban ganas de sonreír incluso… No parecía muy ocupado así que decidí forzar un poco a mi timidez y le pregunté si podía sentarme un rato para conversar.

-Claro!- Contestó, alzandose aún más esa sonrisa.

¿ no le dolería sonreír tanto? Y no se le cansarán las facciones de la cara? Y todo tipo de preguntas extrañas se me pasaban por la cabeza al contemplar asombrada esa sonrisa.

Al principio las conversaciones eran algo tensas, con pocas palabras. Aunque me moría por preguntar y decir cantidad de cosas.

Poco a poco esa tensión iba desapareciendo, y el hablar era mas natural. Y pronto fue cuando esa mente gris, distinta de las otras seseras de por ahí cerca me llamó la atención. Demasiado complicada y hermética para ser de este mundo.

Aún mi aparente descanso, siempre sigo atenta en busca de esos seres a los que decidí dar mi vida por buscarlos y encontrarlos. Para encontrar a aquel que se me lleve de este planeta, fuera de aquí, más allá de allí. Lejos, en el cosmos de los mutantes.

Por lastima él no era un mutante del cosmos, eso estaba claro. Pero otra cosa que estaba clara era el hecho de ser algún tipo de criatura cósmica. Cada día que pasaba y descubría pequeñitas más entre sus palabras, más se despertaba mi curiosidad. Saber mas de el, conocer un poco más del interior de su mente gris. Se me hacía extraño el hecho de que él me conociera tanto en algunos aspectos, sin conocerme. Me sentía una cebolla a la que le quitaban capas con tan solo palabras. Me daba bastante miedo, la verdad, pero también me hacía sentir algo menos sola.



Todas las primeras impresiones que tuve en el primer momento desaparecían cada día que pasaba envolviendo las horas con palabras y sonrisas. Tenía la acertada sensación de poder aprender mucho de ese curioso ser.

Una sonrisa tan calida que me arrancaba otra a mi…