
Prefacio:
Quiero que se marche, pero realmente no puedo vivir sin él.
Porque, llegados a este punto, la luz no puede existir sin la oscuridad.
Seremos uno sólo. Aunque todavía no se como hacerlo.
Hatey:
Tap, tap, tap, tap …
Pasos! Se escuchan pasos!
Fugazmente despertó de su falso sueño y se acercó a la ventanita de barrotes de la puerta. Con la mirada clavada al final del lúgubre pasadizo.
Todo su ser fue invadido por esa inquieta sensación, tan y tan difícil de describir… Es algo así cómo el ronroneo del monstruo cuando escucha llegar las llaves de su celda.
El monstruo, con su cuerpo amorfo se encontraba pegado a la puerta, escrutando atentamente tras los barrotes con su sangrienta mirada. Y me vio. Me vio deslizarme por el largo pasillo, a mi paso lento y apenado.
Y la criatura sonrió.
Mi gran sonrisa se alzo tras los fríos y duros barrotes que me retienen día si, y día también. Pero conocía este momento. Era MI momento. Podía salir a jugar un poco. Me venían a buscar, y eso normalmente no ocurre, siempre tengo que apañarmelas de alguna forma para poder salir, y cuando esto pasa, me vuelven a encerrar.
El desasosiego apenas me dejaba respirar.
¿Qué querrían para dejarme salir?
Ella ya estaba aquí, otra vez, con sus típicos vestidos obsoletos y su triste rostro. Y abrió.
Crack…
Ya he vuelto!...
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